Esta es mi tierra, soberana, altiva,
suelo donde el tesón se forja a diario,
palpita el corazón cosmopolita,
trasciende la amistad, prima lo humano.
Aquí surge mi anhelo redivivo,
estación del sudor en los sembríos,
en los frutos maduros que deleita
el reino del sabor en la garganta.
Lo dulce se transforma en heroísmo,
cuando el cantero se descuelga en cañas
cortadas por el vértigo de acero
en las mañanas con suspiros de hombre.
Y luego el vendaval de los ingenios
que exprimen con fruición el jugo exacto.
La fase terminal de la molienda
en los granos del azúcar blanco.
Emblema del terruño, nívea alcurnia,
la piña es la noción de la pureza.
Olorosa quietud que sabe a beso,
a emoción interior de la fragancia.
El follaje se nutre de horizontes
entre el pausado vuelo de las aves,
euforia de la paz de las montañas
en el rito-arrebol de muchas tardes.
Así pregona la terrosa entraña
gigantes vibraciones de bonanza.
La virgen contextura de mi tierra
ofrece al hijo su placer sin mancha.
Por todo lo presente y cotidiano,
por la flor que nos nutre de embeleso,
por la tranquilidad de trino y bosque
por la frase del agua y su constancia,
te amamos, Milagro, por tu ancestro
que vibra en cada esquina de tus calles,
vocación del progreso equidistante
de la lid primigenia del trabajo.
Milagro, sol y brisa, puño, siembra,
encanto de lo tierno y majestuoso,
asiento de culturas ancestrales
grabadas en la historia del progreso.
De allá venimos, gratitud del tiempo,
esencia de quehaceres habituales,
esfuerzo en el pináculo sagrado,
altar de lo fecundo sin crepúsculo.
Milagro, un milagro en la contienda,
que no desmayará, lucha y anhelo;
de rumbos incontables, de prístinas jornadas
para alcanzar el triunfo sin ocaso!
Nos pusimos de frente a este futuro
que nos encuentra en la fecunda estancia,
allí donde la fiebre de cultura
nos entrega su cáliz de optimismo.
La centuria nos marca la áurea meta
en la amplia dimensión de lo creado.
Ha transcurrido el tiempo paso a paso
relievando el concepto ciudadano.
Cien años que nos cubren la existencia,
cien soles, cien fulgores que nos marcan
el camino crucial que nos impulsa
con la mística fe que se hace eterna!
GALO ESPINOZA ORQUERA